lunes, 29 de abril de 2013

Amor.

Gas, dijo el, ámame
bésame
besa mis labios
besa mi pelo
mis dedos
mis ojos, mi cerebro
hazme olvidar.
Gas, dijo el, ámame
el tenia una habitación en el tercer piso
rechazado por una docena de mujeres
35 editores
y media docena de agencias de empleo
y no digo que él fuera nada
bueno
abrió todos los fogones
sin encenderlos
y se fue a la cama
algunas horas más tarde un tipo
yendo a la habitación 309
encendió un cigarrillo en el
hall.

Charles Bukowski.
http://solobukowski.blogspot.com

Disfraz.

Sentirte como un extraño bajo tu piel, como ese lobo disfrazado de oveja. No te tienen en cuenta. Solo ven tu aspecto de cordero, no son capaces de vislumbrar los dientes que escondes bajo tu máscara. Pero están ahí, preparados para usarlos cuando sea necesario, aunque tú ya hasta dudes de que puedas quitarte la piel de cordero y ser el lobo que siempre escondiste.

Todos tenemos nuestro precio en este mundo de etiquetas.

miércoles, 24 de abril de 2013

(Te) Extraño

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Te echo de menos. Y es curioso, incluso gracioso, porque estás aquí, sentado a mi lado. Y estamos hablando, y nos tocamos, y reimos y callamos. Y hacemos todo como siempre hemos hecho, no ha cambiado nuestra actuación, las palabras o gestos. Pero aún así no es lo mismo. Y sabemos que no se ve desde fuera, que nadie más se da cuenta. Solo nosotros notamos que todo es extraño, que las cosas pasan como si estuvieramos en la Luna, no estamos en nuestro medio. Pero, ¡eh! Sí que lo estamos. Este es el mismo banco de siempre en la misma plaza de siempre. ¿Entonces? ¿Qué es? ¿Qué nos está pasando? Porque en el fondo sabemos que no es nada, es solo una mala racha surgida de… De ningín sitio en especial y de todos en general. Además, seamonos francos, no es solo respecto a nosotros; el mundo entero esta raro, nos resulta diferente y desconocido. Aún así, no se nos nota porque nuestras palabras y gestos son los mismos de siempre, aunque forzados y casi fuera de lugar, pero eso da igual. Al fin y al cabo, solo entre nosotros nos conocemos tan bien para ver nuestra verdadera situación, porque solo entre nosotros somos los auténticos nosotros, los de más adentro, a los de fuera les falta un pierna o un alma para serlo completamente.
Y a pesar de todo, no te preocupes, se que en poco tiempo esto pasará. Porque tú lo quieres. Porque yo lo quiero. Porque si supiera qué es lo que ocurre lo cambiaría inmediatamente, porque tú harías lo mismo. Hasta entonces, recordarte que te echo de menos.

martes, 23 de abril de 2013

Domingo de lluvia


Era domingo. A lo mejor no según el calendario, pero sí según los sentimientos. Y no era un domingo de limpieza al son de la música, bailando con la escoba y cantando con el plumero, y luego salir a pasear, o ver una peli o tomar un café. No, era un domingo de los que asustan y entristecen. Las gotas de lluvia golpean los cristales en una canción deprimente, a veces desganada, a veces furiosa; y en caso que no llueva ese es el leitmotiv que le asocia tu cabeza. El cielo te hacía pensar que estabas en una película en blanco y negro, y de ahí tal vez surge la nostalgia.
Estos domingos se huelen desde la mañana, antes incluso de levantar la persiana, de hablar con nadie, de encender la luz. Estos domingos los descubres cuando miras el reloj ya descansado y, marque la hora que marque, nunca te parece suficiente para salir de la cama.
Entonces empiezas una relación de amor-odio con el duermevela. Pero no, no es odio, es miedo. Miedo a que termine, a que desaparezca. Miedo porque sabes que cuando te levantes va a ser domingo de lluvia y no vas a poder hacer nada para evitarlo. Y entonces la desgana se apodera de ti y deseas irrefrenablemente no salir nunca de entre las sábanas. No quieres morir, pero tampoco quieres vivir. Lo único que quieres es pasar el resto de tu tiempo hasta la eternidad en esa especie de purgatorio que constituye tu colchón y sus sábanas, donde nada es bueno ni malo, simplemente es o no es.